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MONÓLOGO DE UN VIRUS INESPERADO – Por George Douatzis*

 MONÓLOGO DE UN VIRUS INESPERADO – Por George Douatzis*

Traducido por Natalia E. Ocon

No soy visible, salvo bajo un microscopio.Mi llegada ha producido en todos un sentimiento de amenaza, de miedo y ha traído la idea de muerte. Temores que suponen una amenaza para la propia vida, la salud, el estilo de vida tal y como lo conocemos y la economía están expandiéndose rápidamente y actuando sobre miles de millones de personas en todo el planeta. He logrado volver tu mirada hacia la vida misma, lo cotidiano, las relaciones y los instintos que resultan difíciles de manejar.

Yo, un virus invisible, he borrado las fronteras provocando así sufrimiento y miedo.Ahora ves la libertad como una segunda opción, como algo secundario; te conformas con seguir viviendo, independientemente del cómo. Has recibido con beneplácito las órdenes de los poderes que interfieren contigo y desde ahora, ya lo saben…

Convertí todo el planeta en una prisión haciendo de tu propio hogar, tu celda. Incluso te he hecho sentir cómodo al eximirte de las responsabilidades, la capacidad de elección y la toma de decisiones, ya que te limitas a hacer lo que otros dictan.

Mi amenaza afecta por igual a ricos y pobres y ha hecho sentir a todos iguales. He acrecentado la idea de aleatoriedad, lo desconocido, la incertidumbre y la necesidad de verdadera comunicación. Yo soy el causante de que se deshagan decisiones, jerarquías, planes, contactos, viajes, objetivos…he alterado la noción del tiempo. Te domino.

Ahora comprendes el valor de la vida humana. Te he forzado a situarlo por encima de transacciones insignificantes y asuntos superfluos. Poco a poco estoy derribando el edificio que construiste con economías de mercado, competencia desleal, mercados bursátiles, oligopolios.

Ahora te das cuenta de que el conocimiento, la sed humana de investigación y descubrimiento, es el valor más preciado.Quienes poseen el conocimiento, siempre han tenido el poder. Ponen su inteligencia y habilidades al servicio de su afán y anhelo por hallarlo. Todos miran ahora a estos cuerpos del conocimiento, a aquellos que lo poseen ya que en ellos se encuentra el poder de crear fármacos, vacunas y la posibilidad de librarte por fin de la amenaza, de la enfermedad, de la muerte, en definitiva, de mí.

Ahora, como siempre, reconoces el poder de la esperanza, ese poderoso antídoto contra el miedo que te ha abrumado. Esperas un descubrimiento, una manera de protección en forma de medicamento o vacuna. Esperas que mi doloroso pasaje por la tierra sea lo más corto posible. Esperas no perder más dinero, alimentos, combustible, agua…esperas, en fin, ser salvado, pero no entiendes el gran cambio que ya he hecho para el resto de tu vida.

Es ahora cuando sale a la luz la grandeza y la pequeñez del alma humana.

Grandeza a través de la solidaridad, la compasión, la lucha común, la información que salva vidas. Reconociendo y poniendo en valor el papel de las personas que antes subestimabas como médicos, enfermeras, periodistas, técnicos, policías, militares y muchos otros.

Pequeñez por el comportamiento bárbaro de vaciar los estantes de los supermercados ignorando las necesidades de los demás. Comprando de forma irrazonable antisépticos, mascarillas y otros bienes que resultan de vital importancia. Saciando tu ego con criminal indiferencia mientras tu avaricia es la causante de dramáticas deficiencias para otros.

En el recinto de vuestros hogares convertidos en cárceles es donde se prueban ahora relaciones, verdades y fortalezas. Confrontando aquello que ocultabais, os veis forzados a pensar en aquello que preferíais ignorar o aquello que dabais por sentado. Me pregunto : ¿Cuántos de vosotros volveréis a sentiros enamorados? ¿Qué tan cerca estaréis realmente el uno del otro? ¿Cuántos os destruiréis entre vosotros? ¿Cuántos descubriréis lo desconocidos que sois? ¿Cuántos os encontraréis llevando una convivencia ficticia, esclavizados por convenciones y estereotipos? ¿Quiénes pensaréis en aquellos que viven solos, que tienen problemas psicológicos, que están enfermos o son ancianos?

Y por miedo a contagiarte ocurre lo impensable: todos sospechan de todos y todos sospechan de ti. Pronto sospecharás de ti mismo. Ya no tocarás tu cara o tu cuerpo. Por miedo. Por sospecha.

Lo más probable es que acabes conmigo. Pero te aseguro que después de mi, tu mundo no será el mismo. Solo me queda una pregunta : ¿te convertirás en una bestia salvaje o en mejor persona? Seguir siendo quien eras ya no es posible.

*George Douatzis es un poeta, escritor y periodista griego.